2 jul 2011

El Otro Lado


Charla nocturna durante el retiro del 2 de Junio de 1982 impartida por el Maestro Sheng Yen

En cierta ocasión cuando me encontraba practicando en las montañas caminé gradas abajo desde la cabaña donde estaba viviendo y mi mente se llenó repentinamente de duda: ¿Quien fue aquel que acaba de bajar las gradas? Era yo. Pero quién es la persona que está ahora mismo aquí parada? También soy yo. Entonces es el yo que acaba de bajar las gradas hace un momento el mismo yo que se encuentra ahora aquí abajo, o soy yo dos personas diferentes? Me envolví tanto en estas preguntas que no comí nada ese día. Este es un ejemplo de una situación donde la sensación de duda surge espontáneamente; hay una gran cantidad de poder en esa duda “natural”. Pero como la mayoría de las personas en un retiro no experimentan esta sensación de duda de manera espontánea, nosotros les damos un método, tal como “Quien soy yo?” para así ayudarles a externalizarla. Por supuesto, si usted no está practicando fuertemente al momento, este tipo de pregunta no tendrá ningún sentido. Una vez en un retiro en Taiwán yo le pregunté a un estudiante, “Cuál es tu nombre?”. Él respondió, Ch’en --.” Yo dije, “Eso no es correcto. Ch’en está allá!” y apunté hacia la tarjeta de identificación en la pared pegada arriba de su cojín. Él dijo, “¿Qué estoy yo haciendo allá?” En ese momento no pudo entender quién era él. Por más de veinte años consideró que su nombre era él mismo. Pero ahora entendió que su nombre no tenía nada que ver consigo mismo. Entonces quién era él? A partir de ese momento la sensación de duda surgió en su mente. Es como estar en una habitación totalmente obscura o al interior de una bola de hierro. No se puede ver nada claramente, pero usted sabe que debe haber algún brillo en el exterior y quieres conocer lo que es.

Hace mucho tiempo, hubo un bebé que nació en prisión. Su padre estaba relacionado con el emperador de la dinastía anterior, y cuando las dinastías cambiaban, ellos encerraban a todos los miembros de la dinastía pasada para evitar que se revelaran en contra de la nueva. De modo tal que este príncipe estaba destinado a pasarse toda la vida detrás de barras y no conocía nada diferente. Él pensó que la vida era tal cual como se le presentaba y nunca sospechó que hubiera algo afuera. Un día un anciano fue sentenciado de por vida y fue enviado a la misma cárcel. Este le dijo al joven príncipe, “Como fui sentenciado de por vida estoy pensando en escapar. ¿Por qué no vienes conmigo? Hay dos maneras de hacerlo. Podemos tratar de salir por nosotros mismos, o podemos esperar por alguien que nos salve.” El niño dijo, “No seas loco. Aquí tenemos abundante comida, y ropa que vestir. Es realmente bueno. Tú ya eres bastante viejo, ¿para qué quieres ir allá afuera?” El anciano respondió, “Tú no entiendes, hijo. Perder tu libertad es una cosa muy dolorosa.” “¿Qué es libertad?” “Afuera de esta prisión es libertad.” “¿Tú quieres decir que ahora mismo yo no soy libre?”

Todos los días, el anciano constantemente pensaba en escapar. Un día, después que terminó de comer, rompió su taza y utilizó los pedazos para comenzar a cavar un hueco. El príncipe parado ahí, se reía sin cesar. “¿Para qué estás haciendo eso? Tú eres tan viejo, que para cuando termines de cavar ya estarás muerto. Y además, si los guardas se enteran, te darán un castigo terrible. ¿Entonces cuál es el punto? Aquí es tan confortable.” De hecho, el niño incluso habló con los guardas diciéndoles, “Este hombre aquí está loco.” Después de contarles a los guardas, estos azotaron al anciano y lo encerraron por unos pocos días sin alimento. El príncipe estaba un poco trastornado por estos acontecimientos y se sintió triste por aquel. Pero tan pronto como salió, el anciano comenzó a cavar nuevamente. El príncipe pensó, “Este hombre debe estar obsesionado.” Le preguntó, “¿Qué es lo que hay allá afuera que tanto te tienta?” El anciano respondió, “Tú simplemente no entiendes. Allá afuera hay libertad y aquí adentro es sólo un lugar para castigar a los criminales. Yo prefiero vivir afuera por una hora que vivir aquí en esta jaula.” Al oír esto, el niño fue extrañamente conmovido. Él pensó, “Gee, tal vez hay algo de cierto en lo que el anciano dice. Allá afuera debe ser mejor, de otro modo él no persistiría en cavar este hoyo después de todos los azotes e inanición.” Entonces comenzó a ayudarle.

Pero el niño era después de todo un pequeño. Después de cavar por un tiempo, se rindió y tiró el pedazo de taza a un lado. Y dijo, “Esto ya no es divertido. ¿Qué es lo que hay allá afuera que pueda ser tan bueno?” El príncipe sólo miraba al anciano cavar y cavar. Esto continuó así por más de un año. El anciano trabajaba en ello continuamente. El niño le ayudaba algunas veces, pero luego se rendía y descansaba. El anciano le hablaba entonces con voz de aliento y éste se motivaba y nuevamente empuñaba el pequeño trozo. Eventualmente el anciano llegó hasta el otro lado y llevó consigo al pequeño príncipe. Cuando llegó afuera, el niño exclamó, “Hey! El mundo es inmenso! ¿Por qué no lo dijiste antes?” El anciano respondió, “Todo el tiempo te he dicho lo grandioso que es aquí. Pero no me creías.” “Sí, pero la manera como tú lo describías es nada en comparación con lo que yo veo ahora!”.

El anciano representa a una persona que ya ha vislumbrado su verdadera naturaleza. El conoce cuán bueno es al otro lado, de modo que está dispuesto a practicar muy duro constantemente, con un esfuerzo incesante. El príncipe es como la gente ordinaria. Algunas veces parecen creer y otras no. Algunas veces son motivados a practicar, pero simplemente no tienen el poder para continuar trabajando duro. De manera semejante, antes de que usted sea capaz de lograr en sí el surgimiento de una fuerte sensación de duda, debes primeramente haber obtenido alguna respuesta o experiencia de la práctica. De otro modo, incluso si se usa un método como “Hua-t’ou”, este no hará surgir la duda. Será lo mismo que recitar un mantra una y otra vez. Cuando más, lograrás un estado de samadhi, o concentración profunda. Pero si lo que deseas es utilizar el Hua-t’ou para alcanzar la iluminación, tendrás que tener primero una base sólida en tú practica de meditación."

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